Descubriendo los peligros de la legionella: Guía exhaustiva para la prevención y protección

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La legionella es una de las amenazas más serias para la salud pública que se pueden encontrar en el agua. Esta bacteria puede causar infecciones respiratorias graves, como la neumonía o la fiebre de Pontiac, que pueden llegar a ser mortales en algunos casos. ¿Sabes cómo se transmite y qué puedes hacer para evitarla?

En este artículo, te ofrecemos una información completa sobre este tema, explicándote qué es la legionella, cómo se contagia y previene. Te mostramos los principales focos de riesgo de esta bacteria y las medidas de control que se deben aplicar para garantizar la seguridad sanitaria de los sistemas de agua. Así podrás protegerte a ti mismo y a los demás de esta peligrosa enfermedad.

Sobre la legionella:

  • Es una bacteria que puede causar enfermedades graves como la neumonía o la fiebre de Pontiac. Se transmite por inhalación de gotas de agua contaminadas.
  • Los factores que favorecen su crecimiento son: temperaturas entre 20 y 45 °C, presencia de materia orgánica, depósitos de cal o corrosión, estancamiento del agua o falta de cloro residual.
  • Las medidas de control que se deben aplicar para prevenir y protegerse de la legionella son: mantener el agua a temperaturas inferiores a 20 °C o superiores a 60 °C, realizar tratamientos de choque térmico o químico, limpiar y desinfectar los sistemas de agua y sus componentes, evitar las salpicaduras o aerosoles, usar filtros o purificadores de agua y seguir las normas sanitarias vigentes.

Revisando las fuentes de contaminación

A continuación, te propongo revisar algunas de las fuentes más comunes de contaminación por Legionella y cómo prevenir su propagación.

1. Sistemas de agua caliente: un caldo de cultivo peligroso

Los sistemas de agua caliente son una parte esencial de nuestra vida cotidiana, pero también pueden representar un grave peligro para la salud si no se les da el cuidado adecuado. Uno de los principales riesgos asociados a estos sistemas es la Legionella, una bacteria que se encuentra de forma natural en el agua, especialmente en aguas superficiales como ríos, lagos y estanques. Sin embargo, no suele causar problemas de salud en estas fuentes, ya que su concentración es muy baja y el agua está expuesta a la luz solar y al aire, que inhiben su crecimiento.

El problema surge cuando el agua entra en contacto con sistemas artificiales que ofrecen condiciones favorables para la multiplicación de la bacteria. Estas condiciones son:

  • Temperaturas entre 20 y 50 °C. A temperaturas inferiores a 20 °C, la bacteria entra en un estado de latencia y no se reproduce. A temperaturas superiores a 50 °C, la bacteria muere.
  • Agua estancada o con poco flujo. El agua que permanece quieta o circula lentamente favorece la formación de biopelículas, que son capas de microorganismos que se adhieren a las superficies internas de los sistemas. Estas biopelículas protegen a la Legionella de los agentes desinfectantes y le proporcionan nutrientes.
  • Presencia de materia orgánica e inorgánica. El agua que contiene restos de plantas, animales, minerales u otros elementos puede servir como alimento para la Legionella y otros microorganismos que le sirven de huéspedes intermediarios.
  • Corrosión y suciedad. El deterioro y la acumulación de sedimentos en los sistemas pueden crear zonas donde el agua se estanca y se reduce el efecto de los desinfectantes.

2. Sistemas de Climatización: Un Riesgo Inesperado

Otra fuente común de propagación son los sistemas de climatización. Las torres de enfriamiento y los condensadores evaporativos proporcionan condiciones óptimas para el crecimiento de la bacteria. La falta de limpieza y desinfección regular de estos sistemas puede llevar a una rápida proliferación en el aire, aumentando así el riesgo de inhalación.

La bacteria se desarrolla en sistemas de climatización cuando se dan ciertas condiciones favorables para su crecimiento y multiplicación. Estas condiciones son:

  • Temperatura del agua entre 20 y 45 °C, que es el rango óptimo para la supervivencia y reproducción de la bacteria.
  • Presencia de nutrientes orgánicos e inorgánicos en el agua, que sirven de alimento para la bacteria. Estos nutrientes pueden proceder de la corrosión, la suciedad, las algas o los microorganismos presentes en el agua o en las superficies de los equipos.
  • Acumulación de sedimentos, lodos o biofilms en el interior de los equipos, que crean zonas donde el agua está estancada y favorecen la formación de nichos ecológicos para la bacteria.
  • Ausencia o deficiencia de tratamientos de desinfección del agua, que permiten que la bacteria sobreviva y se propague por el sistema.

3. Fuentes Ornamentales: Belleza Superficial, Peligro Latente

Aunque parezcan inofensivas, estas estructuras que embellecen parques, plazas y jardines pueden albergar bacterias que causan enfermedades graves, como la legionelosis. Por eso, es responsabilidad de todos los involucrados en su instalación y mantenimiento garantizar que estas estructuras no se conviertan en una fuente inadvertida de contaminación. Así, podremos disfrutar de su belleza sin poner en peligro nuestra salud ni la de los demás.

El agua estancada y las condiciones ambientales pueden favorecer la proliferación de microorganismos patógenos, como bacterias, virus, hongos y parásitos, que pueden transmitir enfermedades a las personas que entran en contacto con ellas.

Reconociendo y abordando los síntomas 

Los síntomas pueden variar según el tipo y la gravedad de la infección, pero algunos de los más comunes son:

  • Fiebre alta y escalofríos
  • Tos seca o con flema
  • Dolor de cabeza y muscular
  • Dificultad para respirar
  • Náuseas, vómitos y diarrea
  • Confusión o alteración mental

Si usted o alguien de su entorno presenta estos síntomas, es importante que acuda al médico lo antes posible para recibir un diagnóstico adecuado y un tratamiento adecuado. El tratamiento suele consistir en antibióticos y medidas de soporte como hidratación, oxígeno o ventilación mecánica si es necesario.

Medidas avanzadas para la prevención de la Legionella

Para evitar el riesgo de infección, es importante adoptar medidas avanzadas para la prevención de la Legionella. Veamos, entonces, tres de estas medidas que pueden ayudarte a proteger tu salud y la de tus clientes.

1. Monitoreo Continuo: una estrategia Proactiva

Implementar un sistema de monitoreo continuo es una estrategia proactiva para prevenir la proliferación de Legionella. Los dispositivos de monitoreo automático pueden alertar sobre cambios en la calidad del agua y posibles riesgos de contaminación. Este enfoque avanzado permite una respuesta rápida antes de que la situación se agrave. También facilita el cumplimiento de las normativas sanitarias y ambientales, así como la optimización del uso de recursos hídricos y energéticos.

El monitoreo continuo consiste en instalar dispositivos automáticos que miden y registran parámetros clave del agua, como la temperatura, el pH, el cloro residual y la conductividad. Estos dispositivos envían los datos a una plataforma online que los analiza y genera alertas en caso de detectar alguna anomalía o desviación.

El monitoreo continuo ofrece varias ventajas frente al monitoreo tradicional, que se basa en tomar muestras periódicas del agua y enviarlas a un laboratorio para su análisis:

  • Es una estrategia proactiva, ya que permite anticiparse a posibles problemas y actuar antes de que se produzca un brote de Legionella.
  • Preciso y fiable, ya que los dispositivos miden el agua en tiempo real y evitan posibles errores humanos o contaminaciones durante el transporte o el almacenamiento de las muestras.
  • Económico y sostenible, ya que reduce los costes asociados al transporte, el análisis y el tratamiento del agua, así como el consumo de agua y energía.
  • Fácil de gestionar y documentar, ya que los datos se almacenan en la nube y se pueden consultar desde cualquier dispositivo con conexión a internet. Además, se facilita el cumplimiento de las normativas sanitarias y ambientales vigentes.

2. Investigación genómica: entendiendo la bacteria a un nivel profundo

Para prevenir y controlar las infecciones por Legionella, es necesario conocer mejor las características genéticas de las diferentes cepas de la bacteria. Es una herramienta poderosa que permite analizar el ADN de la Legionella y comparar sus secuencias entre sí. Así, se puede determinar el origen, la evolución, la diversidad y la virulencia de las cepas.

La investigación genómica también puede ayudar a identificar los factores de riesgo asociados a la transmisión de la bacteria y a diseñar medidas preventivas más efectivas. Por ejemplo, se puede detectar la presencia de genes que confieren resistencia a los desinfectantes o a los antibióticos, o que facilitan la supervivencia de la bacteria en los sistemas de agua. También se puede rastrear el origen y la ruta de propagación de un brote epidémico mediante el análisis filogenético de las cepas implicadas.

Este es un campo en constante desarrollo que requiere de la colaboración entre diferentes disciplinas científicas, como la microbiología, la epidemiología, la bioinformática y la salud pública. El objetivo final es mejorar el conocimiento sobre esta bacteria y contribuir a su prevención y control.

3. Tratamientos biológicos: una alternativa sostenible

Además de los métodos convencionales de desinfección, los tratamientos biológicos ofrecen una alternativa sostenible para controlar la Legionella. El uso de bacterias benéficas que compiten con la Legionella puede ser una estrategia eficaz para mantener la población de la bacteria bajo control sin recurrir a productos químicos agresivos.

Los tratamientos químicos son los más utilizados, pero presentan algunos inconvenientes, como el riesgo de corrosión, la generación de residuos peligrosos, el impacto ambiental y la posible resistencia de las bacterias. Por eso, cada vez se están investigando más alternativas basadas en métodos biológicos, que son más respetuosos con el medio ambiente y con la salud humana.

Los tratamientos biológicos consisten en el uso de microorganismos o enzimas que inhiben el crecimiento o eliminan la Legionella de los sistemas de agua. Algunos ejemplos son:

  • El uso de bacteriófagos, que son virus que infectan y destruyen específicamente a las bacterias. Se ha demostrado que algunos bacteriófagos son capaces de reducir significativamente la concentración de Legionella en torres de refrigeración y otros sistemas.
  • El uso de protozoos, que son organismos unicelulares que se alimentan de bacterias. Se ha observado que algunos protozoos pueden eliminar la Legionella al ingerirla o al producir sustancias antimicrobianas.
  • El uso de enzimas, que son moléculas que catalizan reacciones químicas. Se ha comprobado que algunas enzimas pueden degradar la capa protectora que rodea a las bacterias, lo que facilita su eliminación por otros agentes.

Los tratamientos biológicos ofrecen varias ventajas frente a los químicos, como:

  • Selectivos y específicos, lo que reduce el riesgo de afectar a otros microorganismos beneficiosos o a la calidad del agua.
  • Seguros y ecológicos, ya que no generan subproductos tóxicos ni residuos peligrosos.
  • Económicos y eficientes, ya que requieren menos dosis y frecuencia de aplicación.
  • Duraderos y estables, ya que pueden adaptarse a las condiciones ambientales y a los cambios en la población bacteriana.

Manteniendo la vigilancia: clave para una protección continua

En conclusión, la prevención y protección contra la Legionella requieren una comprensión profunda de sus fuentes de contaminación, síntomas asociados y estrategias de prevención avanzadas. Mantener la vigilancia constante y adoptar enfoques proactivos son fundamentales para garantizar la seguridad de tu entorno y la de aquellos a tu alrededor.

Recuerda, la Legionella no da tregua, y la conciencia continua es esencial para evitar consecuencias graves. Actuar de manera decisiva y estar informado son pasos clave en la lucha contra esta bacteria peligrosa.

Sobre el autor
Armando Páez Avila

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